ORACIÓN DE LA COMUNIDAD SEPTIEMBRE 2025
•El Evangelio de este domingo está íntimamente ligado a la “Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz”. •La cruz, como instrumento y medio en el que murió Jesús, nos plantea no sólo interrogantes, sino incluso desconfianza: Jesús no parece tan poderoso que ni pudo con las envidias y celos; es más: ¿cómo es posible que quien es el Hijo de Dios para los cristianos haya muerto en manos de la injusticia, el complot y la corrupción? ¿cómo es posible que alguien inocente y sin culpa, sin haber hecho mal alguno muera como consecuencia de nuestras envidias y celos? ¿No es Dios, que todo lo puede? •Para responder a estas preguntas, debemos de pensar que en esa cruz que murió nuestro Señor Jesucristo, están representados nuestros pecados, nuestras heridas, nuestro egoísmo. En esa cruz no cuelga un derrotado, cuelga nuestra cobardía. Esa sangre que vemos no es señal de muerte, es el precio de la libertad y la verdad. La cruz, símbolo por excelencia de muerte, es convertida así en instrumento de vida. •Este misterio revela el gran amor que Dios nos tiene. Es el hijo que se sacrifica por nosotros, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por él”.











