Parroquia Nuestra Señora del Camino

5 Domingo ordinario ciclo c

5º ordinario c

“No tengas miedo Pedro, desde ahora tu trabajo será servir a los hombres y mujeres para que salgan de aquello que les en-red-a en su vida y es causa de sufrimiento como es la mentalidad del poder, del dinero, del poseer muchas cosas pensando que así serán más felices”. ¿Reacción de los discípulos? Dejándolo todo, siguieron a Jesús. Han descubierto que en Jesús se encuentra la clave para descifrar el misterio de la vida humana. En este hombre hay algo especialmente atractivo por el cual merece la pena cambiar de vida, dejar la antigua forma de pensar y seguirlo. En este hombre hay algo de Dios que hace la vida más humana, más transparente, más honesta. Lo cual nos lleva a reconocer como Pedro que somos pecadores, que cometemos fallos, que no somos perfectos ni hay ninguna ley que diga que lo tenemos que ser. Se trata de aceptar nuestra fragilidad, nuestra debilidad. Y a partir de ahí dejar que Jesús nos invite a seguirle. ¡Ojala que como personas y cristianos tuviéramos menos miedo a reconocer nuestros pecados, nuestros errores, nuestras maldades! No se trata de presumir sino de reconocer que somos vulnerables, que lo reconocemos. Pero que la bondad de Jesús es más fuerte y más grande que nuestro pecado. Y siempre desde la humildad. Al seguimiento de Jesús es lo que se llama vocación. Palabra que muchas veces se ha utilizado como si solo “tuvieran” vocación las monjas y los curas. Y los demás cristianos, ¿qué? Todos tenemos vocación. Vocación quiere decir llamada. Y todos somos llamados por Jesús a seguirle, a ser pescadores de hombres y mujeres, a hacer posible que nuestra sociedad, nuestra familia, nuestra parroquia, sean más humanas. La vocación se descubre cuando las cosas que nos pasan cada día se interpretan desde la fe y caemos en la cuenta que en eso que nos pasa está Jesús invitándonos a servir. La Iglesia es el conjunto de los “llamados” por Cristo para seguirle y ser sal y luz en medio del mundo, están pero no se notan. Las parroquias, nuestras comunidades, están llamadas a ser alternativa en medio de este mundo, ofrecer otro estilo de vida, otra forma de vida más plena, más feliz. Y esto siempre desde el Evangelio de Jesús.