Parroquia Nuestra Señora del Camino

2 Domingo cuaresma c

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2º CUARESMA C

TRANSFIGURAME. Sí, Jesús, Tú te transfiguras y me llevas al monte Tabor para que yo también me transfigure. Me llevas a la soledad, a la intimidad. No me puedo cambiar, no me puedo transformar si no estoy en ese monte, aislada de todo, cerrando todas las puertas del exterior y encontrándome directamente contigo. Hoy, Jesús, te doy gracias porque me quieres transfigurar, quieres cambiarme de figura, quieres transformarme, quieres quitarme todo lo que no es de tu agrado. Y me dejo transfigurar de verdad. Yo me pregunto hoy contigo: ¿me dejo transfigurar? ¿Y qué tengo que cambiar? ¿En qué tengo que quitar todo? Sólo Tú lo sabes, Jesús: transformar mi modo de pensar, transformar mi modo de hablar, transformar mi modo de accionar; transformarme completamente. Y sé que todo eso va a llevar cruz, como Tú les dijiste: “Pero antes tiene que el Hijo del hombre sufrir, pasar por la Pasión”. Y cómo les dices también Tú… —cuando están ahí como dormidos los tres discípulos, cuando han disfrutado y han visto esa transfiguración: “¡Maestro, qué bien que se está aquí!”—, pero cómo les dice: “Venga, levantaos. ¡Entremos en la vida!”. Hoy, Jesús, ¡tantas cosas me dices en este encuentro! Quiero pedirte que sepa ir al Tabor, que sepa ir al monte contigo, que me sepa aislar. Y allí, contigo, con tu ayuda, con tu fuerza, me reafirmarás en mi fe y me transformarás. Que yo sepa escucharte. “Y escucharon su voz”. Que sepa entrar en la nube de tu amor, en la nube de tu corazón. Y para que, a pesar de los miedos que yo tenga, me deje transfigurar, me deje iluminar por ti. Quiero preguntarme en este encuentro qué es lo que tengo que transformar, qué es lo que tengo que cambiar, ¿qué? A veces siento miedo de mí misma, a veces pierdo la fuerza, a veces ni te escucho… Pero Tú sabes llevarme y arrastrarme y conducirme ahí, al Tabor, para que aprenda esa gran lección de la transformación. Te doy gracias porque me ayudas a subir a la montaña, gracias porque me llenas de luz en tu nube de amor. Pero a la vez le pido a tu Madre que me enseñe, que me ayude a transformarme, a bajar del Tabor y a volver al llano, a volver a la realidad. Que yo aprenda también esta Buena nueva tuya en este tiempo de Cuaresma, de reflexión, de espera, de preparación para la Resurrección. Y con la mano de la Virgen y con tu ayuda, sí, me transformaré poco a poco. ¿Cómo? En tu contacto. ¿Cómo? Subiendo al Tabor. “Éste es mi Hijo, ¡escúchale!, ¡escúchale!”. Hoy entro contigo, me voy contigo y siento, escucho y experimento en qué y cómo tengo que transformarme. Y con la alegría de tu encuentro, bajaré a mi trabajo ordinario y me llenaré de tu amor, de tu alegría, y mi transfiguración ayudará a todos los que encuentre en mi camino. Contigo me quedo para que Tú me transformes, y con tu Madre para que también ella me ayude a transformarme.Y Jesús se transformó.. (Francisca Sierra).